domingo, 24 de diciembre de 2006

El carnaval de las sombras (presentación)*


Ernesto Polo me ha vuelto a sorprender con la obra jamás escrita que nunca debió de salir de su ordenador. Trazos enormes, justificados en cada frase, en cada pensamiento. Las notas escondidas que estrujan sacando el jugo más íntimo de cada personaje, desde la loca de los gatos hasta el jubilado disfrazado de spiderman. Un desfile enorme de santidad pervertida por los deseos poco cumplidos. Una trama en clave de fa en donde las notas tónicas van saliendo a contrapunto con instrumentos de cuerda desafinados.
Aún así sigue siendo una verdadera satisfacción que autores como Polo sientan de otra manera la obligación de escribir, que nos trasladen sus argumentos como otros nos trasladan la cagadas que se venden chucherías en la puerta de los colegios de primaria. Sus aquellos pinitos que comenzamos a admirar se han convertido en palabras serias, muy a tener en cuenta no ya solo en la literatura, también en la sociología o en la política. Polo es como el cazatalentos en busca del personaje a cual más raro, a aquella persona que la entrevista nos desvelará que jamás se ha enamorado, que jamás ha visto la televisión y que nos resulta hasta imposible que pueda tener ombligo.
El carnaval de las sombras es otro lujo en el mundo de los vivos. Es una ilusión bien escrita, la esperanza para aquel que no tiene ninguna intención de comprarse un Audi

espermámame ****


Espérmame. Espérmame sentada/o. No frenes.
Espérmámame como lo hiciste cuando si tanto me querías y me huías.
Lloremos despacio, despacio lloremos nuestras pieles.
Respirémonos. Dame el vaho de la tensión amarga.
Ordeñémonos en la savia fortaleza, sabia y acuosa. Tíbiame de zarpazos temblorosos.
Que venga la noche o la mañana o la noche de nuevo,
entre las telas de raso, o al raso de la tela que cortar.
Acarrocíame con tu sal húmeda de deseo. Mámame.
En todo me va la vida. La otra vida que al margen de esta resido y habito.
En el rostro.

El Remordimiento ***


Me parece un tema apasionante: el Remordimiento. Uno de los asuntos, junto al Miedo y al Sexo, que más ha marcado mi vida. Una verdadera fuente de inspiración para comenzar un libro, cualquiera que fuera su género. En principio me atrajo el ensayo. Un buen trabajo bien documentado sobre el Remordimiento sería más que interesante, sería una obra importante, un tratado sobre por qué la mente humana es capaz de joder el momento presente con asuntos que van desde un asesinato no confesado hasta el no haber dado los buenos días a un subordinado aquel jueves 18 de junio. Es impresionante la conciencia humana. Cómo alguien es capaz de cometer los mayores crímenes contra la humanidad y quedarse dormido en el teatro y a otro alguien olvidársele preguntar por el estado de salud del hijo de su vecino y tener que usar antiácidos durante tres días, hasta que de nuevo se encuentra con el padre en el ascensor y siente un alivio tremendo al fingir preocuparse por el chaval que se rompió un brazo jugando al balonmano.
No deja de asombrarme la mente.

Los Manolos (a Víctor, mi hermano)****


Eran un tipo alto y otro no tanto. Llamaban la atención porque siempre estaban juntos y tenían barba. Algunos creyeron que eran homosexuales, una pareja de maricones que se había venido al barrio de la Ribera de Curtidores buscando una vida bohemia, huyendo de algún complejo residencial donde habían abandonado una existencia de clase media; otros opinaban (sobre todo al principio) que eran terroristas islámicos, pero, aunque a mí también se me pasó por la cabeza algo así, uno de ellos, el menos alto no tenía facciones magrebíes, parecía más bien italiano del norte. Rondarían los cuarenta, bien conservados, algo desaliñados en el vestir, aunque aseados: buenos cortes de pelo y con sus barbas siempre recortadas.
Eran conocidos en el barrio como los Manolos. No me preguntéis por qué. Algún día alguien los llamaría así y ya se sabe como somos en España. De sus verdaderos nombres había también muchas incógnitas. Una de las hipótesis más fiables la ofreció Andrés, el camarero del Delicia, dice haber oído una conversación entre ellos en las que se llamaban Samuel y Bernabé (o Bernard, o Bernardo –la verdad es que tampoco quedaba muy clara esta versión). Porque realmente apenas hablaban entre ellos. Se limitaban a leer. Siempre llevaban lectura en la mano. Si no eran libros, eran revistas, y si no el diario (o varios de estos y de todas las tendencias políticas). Así que, si poco conversaban entre ellos, imagínate las palabras que extenderían al resto de los vecinos. Si seguimos las teorías de Andrés, aparte de aquella conversación apócrifa, las palabras que él solía oír eran: dos cafés solos, gracias, por favor… y poco más. Al menos, por ello pensábamos que eran educados. Pero dicen que los terroristas suelen ser así, educados y amables para causar buena impresión. Bueno, el caso es que casi todas las creencias de la gente del barrio sobre los Manolos se dirigían hacia la su clandestinidad, que eran dos personas que huían, que querían pasar desapercibidos. Yo, por supuesto no me tragué esta versión, ni mucho menos. Si realmente quisieran pasar desapercibidos, nuestro barrio sería el menos indicado para ellos. Si fueran chinos, paquistaníes, hindúes, brasileños, moros… a nadie les hubiera dado por indagar en su vida. Pero siendo dos barbas producto nacional estaba claro que, en el barrio, que es como un pueblo con inmigrantes, se convertirían en la comidilla.
El caso es que en los dos años que residieron en la calle Carnero fueron tan pintorescos como Javilona el travesti, José Luis Borrego el escritor, o Don Enrique el patriarca gitano.
Un día de mayo sobre la hora de comer, uno de los Manolos, el más alto apareció en el Delicia con una mujer. Se sentaron en la mesa del fondo y se besaron.
Todo se rompió. Todo el encanto del misterio se fue a hacer puñetas. No fue el hecho de que los Manolos realmente fueran homosexuales, ni mucho menos, sino porque era la primera vez que se veía al uno sin el otro. Desde entonces pasaron a formar parte de la chusma, de la caterva y perdieron todo el interés.
El otro día, hablando con Andrés de ellos, pasó al bar un hombre de unos cincuenta años. Tenía el pelo blanco, la piel morena como de marino y cojeaba. Le faltaba un loro en el hombro. Le hemos bautizado Jake. Por la mañana suele echar a la máquina tragaperras y beber aguardiente mientras pierde la vista durante horas a través de la cristalera. Hemos barajado que es una persona que ha perdido al amor de su vida, aunque Andrés dice que es una antiguo propietario de un edificio que ha retornado desde Uruguay a Madrid porque está enfermo. Yo no le hago mucho caso porque Andrés tiene una imaginación colmada y muchas veces parece vivir en una novela.

La judía verde ***




La judía verde es para mí el vegetal más bello. Simplemente es así. Bello por la prudencia que en todos los aspectos derrocha. Es la elegancia de los frutos de cualquier planta. Alejada de los exuberantes frutos tropicales, de los obesos tubérculos, de la vulgaridad de las peras y las manzanas, del misticismo de las naranjas, de los brillos lujuriosos del pimiento y la berenjena, la judía verde es perfecta en su delicada prudencia.
Su irregularidad es la base de su perfección, su forma aplanada desigual nos hace olvidar cualquier forma geométrica, cualquier símil formal. ¿A qué se parece una judía verde? ¡Vamos, es un reto, querido lector! ¿Cómo definirías la forma de una judía verde? Una judía verde solo se parece a otra judía verde, y a la vez ninguna es igual, cada una tiene su ánima, su individualidad. ¿Dónde encontramos en su forma el punto de equilibrio? Son tantos los interrogantes que nos ofrece su aspecto. Tantos los misterios.
Tan liviana, tan ponderada.
Qué podemos decir de su textura. Pulida pero sin llegar al lustre. Tan suave al tacto pero aún alejada del dulzón del aterciopelamiento. Su superficie ni es jugosa ni seca. ¿No os habéis dado cuenta de que la judía verde es de las pocas superficies con las que funciona en el touch pad de los ordenadores? Y es que es tan parecida en su textura a la piel humana.
Yo solía comérmelas, pero ya no lo hago. Mi respeto por este fruto ha llegado a unas pautas tan altas que tragarme uno de ellos lo considero como tragarme a un pariente. Pero recuerdo su sabor como el más elegante de todos los frutos. Un sabor a verde como pocos. Recio pero a la vez suave. Y de un sutil aroma a tierra húmeda.
Pero la mayor de las bellezas se encuentra en su color. No creo que haya nada con un verde tan exquisito, tan prudente, tan sincero, tan verde sin ningún parangón. ¿A qué se parece su verde? ¿Vamos, querido lector, otro reto? La judía verde tiene un color parecido a… Y es verde, el verde perfecto, quizá uno de los verdes más bellos para ser pintados al óleo. Pregunta a cualquier pintor qué pasa con el verde en los cuadros. El verde es el color maldito de un pintor. Y sin embargo el de mi vegetal preferido es maravilloso para hacer las delicias de un bodegón.
¿Y como fruto? Qué me decís. Su función de guardar en su vientre la semilla, evolucionando de más a menos como de un embarazo femenino se tratara, engordando maternalmente el vientre de su cuerpo estilizado. Sujetando con intimidad cada semilla, cada fríjol, de una manera ordenada, sin desatender la intimidad de cada individuo.
Y no hace ningún alarde de ello. Es tan elegante.




María Luisa Bravo 2005

Londres 2001 ****

Tomaté de color autobús.
Andaluz extrano espanol.
Frío en húmedas capas de color canela y orines de oriente olorosos.
Corbatas en la cabeza, pieles blancas de metrópoli.
Publicidad en los carteles spot.
Yesterdai dejamos de llover para adentrarnos en el silencio de los bares.
Banderas de blanco rojo toma te.
Respiro añiles grises de parda piedra.
La the l medio es Paqui está ni que sepa algo de cómo llegó hasta mañana.
Para aguas estamos umbr ella no llama.
Aparta mentor chiquito y descarriado lejos de todo.
Soportaremos esto y lo que venga
Te quiero.
Beatriz Iturbe (2001)

martes, 19 de diciembre de 2006

En búsqueda de la felicidad 3ª parte ***


Intento conocerme a mí mismo. Y creo que lo voy logrando, poco a poco, con menos gloria que pena, pero estoy en ello y sé que ando por buen camino.
Uno de los sorprendentes descubrimientos que he realizado en mi personalidad consiste en que mi estado de ánimo diario depende completamente del talante de la primera conversación que yo mantenga por la mañana. Es decir, que cuando salgo de mi casa para ir al trabajo y me entretengo con la criticona vecina del segundo, entonces sé que pasaré el resto del día vituperando con saña a todos y cada uno de mis compañeros de la oficina. Por el contrario, si me encuentro con la ancianita del primero, y hablamos de cómo el verano ha adelantado sus calores, la jornada transcurrirá plácidamente, aunque, eso sí, algo aburrida.
Ante este maravilloso hallazgo supe que tenía en mis manos muchas posibilidades para acercarme a la Felicidad, bastaba encontrar a un interlocutor perfecto, mantener con él mi primera conversación, y así podría enfrentarme a la rutina diaria con la mejor de las actitudes.
Lo conseguí y di con un vendedor de periódicos de la calle Evaristo Fósil.
Yo salía cada mañana esquivando a conocidos y extraños, bajaba del autobús y me desviaba de mi itinerario al trabajo para andar cuatrocientos metros.
-Hola, Joaquín.
-Buenos días, don Pedro. ¿Cómo se ha levantado hoy? ¡Bien!, ¿verdad? ¡Con dos cojones, don Pedro! –me dice sonriendo-, esta vida hay que llevarla con dos cojones, ¡y que nadie te pise, eh! A reírte del mundo y que venga pronto el fin de mes…
-Eres un fenómeno, Joaquín –le digo mientras pago el periódico añadiendo un golpecito en su hombro.
Con eso me valía. Esa inyección matutina de vigor y optimismo me mantenía hasta el día siguiente a la misma hora.
Ni que decir tiene que incluso los fines de semana y fiestas de guardar tomaba en silencio el metro, dos autobuses y recorría tres manzanas a pie para comprar el diario en el kiosco de Joaquín.
Bueno, pues todo iba de maravilla durante casi un año, todo era perfecto hasta que el otro día Joaquín no fue el de siempre: a su mujer la han operado de un pecho. “Esta vida es una mierda, don Pedro. Me cago en la leche, no nos damos cuenta de nada hasta que…”
Me he pasado casi un mes buscando una nueva primera conversación diaria. He vuelto a recorrer el barrio y me he decidido por Maribel, la pescadera, una mujer lozana con una enorme energía y una sonora carcajada. Hasta ahora todo parece que va bien, salvo un pequeño problema; y es que mi jefe no nos instala el aire acondicionado en la oficina, y el medio kilo de boquerones que compro todas las mañanas deja un olor muy desagradable en mi despacho hasta que me lo llevo a casa.
Desde ayer, después de comprarlo lo arrojo en el contenedor: el pescado nunca me hizo mucha gracia… Y es que me da no sé qué hablar con la pescadera sin comprarle nada: qué pensaría su marido de mí.


Ricardo Bilbao

Madurando ***


Siento la misma tristeza de todos los domingos por la tarde. Me pesa la cabeza. Llevo unos días que no me siento bien; debería ir al médico, debería hacerme análisis. No es normal que nunca me encuentre en mi sitio. Aunque, realmente, tampoco me siento mal.
No llueve. Y debería hacerlo, o al menos que empiece a hacer frío. Estos días de septiembre son todos iguales. ¿Y luego qué?, llega el invierno y me paso el día acobardado, me da pereza hasta salir a comprar tabaco.
Ya no tengo paciencia. Aunque no sé si algún día la tuve. He sido siempre un ansioso. No aprendí nunca a vivir. No he sabido disfrutar. La verdad no sé a esto se puede aprender. Cada año que pasa soy más de la opinión de que cada uno tiene su destino. “Si has nacido para martillo del cielo te caen los clavos”. ¿Y quién nos dice para qué valemos? Este, este es el problema: ¿para que valgo yo? Para escéptico, pesimista e inconformista. Estas tres cosas sí que las domino aun nivel altísimo, pero no creo que esto me lleve a ninguna forma de realización personal.
Paloma me tiene que querer mucho. Más de lo que me dice. Es un encanto. Creo que es en lo único que he tenido suerte en esta vida. Es capaz de mantener su alegría incluso viéndome a diario. No sé cuánto le va a durar esta actitud, pero, Javier, si esta mujer se te escapa no sé que va a ser de ti... Me gusta tanto mirarla. ¿Se lo habré dicho las veces que ella lo necesita? Las mujeres son tan sencillas y a la vez tan complicadas. Nunca he sabido cómo tratarlas. “Nunca has sabido cómo tratarlas porque eres un egoísta, un puñetero egocéntrico que no ve más allá de la punta de sus narices” –Eva dijo narices por no decir polla-. Quizá Eva siempre tuvo razón. Mírate, has preferido quedarte solo, fumando un cigarrillo tras otro en una cafetería, que ir a casa de sus padres a pasar la tarde. ¿Tanto trabajo te cuesta, Javier? ¿De verdad que te cuesta tanto trabajo ir a casa de los padres de Paloma? No me lo puedo creer. Con lo feliz que la harías. Eres un puto crío. Has pasado de los cuarenta y todavía no has madurado nada. Y la verdad es que luego, una vez en casa de sus padres, la cosa no es tan horrible. ¡Joder, por qué me atormento tanto! Ya tomé la decisión: no fui. Me prometo que el próximo día acuduré sin poner pega alguna, es más, seré yo quien les invite a comer.
Podía llover esta noche. Me aburren estos días.


Ricardo Bilbao

Mi película preferida **

Cualquiera. Me gustan tanto las películas de amor como las de espías. Todas, incluso las películas de terror. Adoro las películas clásicas donde los protagonistas son guapos y ellas son un poco ingenuas; aunque prefiero aquellas en las que ellas son picaronas, se hacen las memas y juegan con los hombres como quieren. También me apasionan las musicales donde las chicas tienen unas piernas enormes y se mueven alrededor de los bailarines como felinas. Me gustan los hombres con chaqué. Ya no se hacen películas en las que los hombres vayan vestidos con pajarita. Un hombre serio y vestido de gala siempre me ha parecido irresistible.
El viernes pasado nos pusieron una película china. Iba de un amor imposible entre dos miembros de familias enfrentadas durante siglos. Era como Romeo y Julieta pero con los ojos rasgados. El chino era una monada. Yo lloré mucho. Últimamente lloro mucho, sobre todo en el cine, cuando la luz se apaga. A veces lloro por los lances de la película y otras veces no hace falta más que se apague la luz.
Aquí en la trena las películas no son películas, son ventanas. Los personajes no son meros actores trabajando, son opciones irresistibles y necesarias para introducirse en sus almas y vivir sus vidas de hora y media.
Me gustan hasta las películas de James Bond. Yo que tanto las odiaba.
Y es que cuando solo hay una ventana es más bonito mirar por ella.

ELENA RUEDA 2005

La caída ****


No hay mucho que hacer en este mundo. Lo más importante quizás es lo de mantener tu pequeño habitáculo aseado. Pero a veces es tanta la obsesión por la limpieza que de tanto pasar el mocho noto que las baldosas se van desgastado alejando el techo de mi cabeza. Día a día la habitación se hace más alta.
Me queda tanto tiempo de limpieza y obsesión que no es de extrañar que algún día, sin yo darme cuenta, el piso se convierta en papel de fumar y en un mal paso introduzca el pie en la celda de la Monstruo, o peor aún, que caiga entera sobre su catre (o sobre ella) y se enfade tanto que me arranque los pelos de la cabeza.
Me da mucho miedo la Monstruo. No soporto ni siquiera que me mire. Es una persona espantosa, desagradable, y tan solitaria que no conozco a nadie que la haya oído hablar. Me da tanto pánico que he pensado dejar de barrer y fregar el suelo por si algún día ocurre lo que más me temo y yo me desplome sobre las fauces más temidas de la trena. Pero solo lo he pensado, porque no puedo dejar de pasar la escoba, diez o doce veces al día como mínimo, y el suelo sé que está menguando. Lo único que he pensado es que dentro de uno o dos años pedir al una de las jefas que me cambie de celda. A poder ser en el planta da abajo: no quiero problemas con nadie.


Elena Rueda

Pereza ***


Desde septiembre no he matado a nadie. No puedo seguir así. Debería hacer algo antes de que la televisión me haga perezoso. Tengo la casa hecha un asco. En la cocina ya no se puede entrar, mi dormitorio huele a cuarto de baño y el cuarto de baño… Debería salir a buscar una nueva víctima, esta vez alguien no tan anónimo, alguien del cual en las noticias se hable de su muerte al menos una semana. Estoy engordando, quizá pese ya cerca de los 120 kilos. No hago nada por moverme. Necesito cuidarme más. Preciso comprarme algo de ropa, al menos una zapatillas para andar por casa. Llega el invierno y el suelo se vuelve frío, frío y pegajoso. Ya me da asco andar descalzo.
Pero no puedo salir a la calle con tanta gente. Todos se fijan en mí, me miran y se ríen. Todos me odian. Cada vez oigo más carcajadas a mi paso. Se creen que no me doy cuenta, pero me entero de todo. Debería acabar con ellos, no dejar ninguno, hacerme con un arma automática y disparar a quien se ría, así, de frente, pum, pum. ¡Qué se jodan todos!, a ver si así me toman en serio.
Volveré a matar. Será una buena lección. Son todos unos hijos de puta. Cuando acabe el programa de Sardá saldré a buscar a uno que pague por todos. ¡Decidido, lo haré esta misma noche!, pero no muy tarde, la tienda de los chinos cierra a las dos, y yo necesito comprarme unas zapatillas.



JUAN LUIS REVIDIEGO 2005

El cerebro *****

Le he tenido que golpear en la cabeza varias veces y con todas mis fuerzas. Me he puesto perdido de sangre. Ha sido algo muy sucio. La masa encefálica es tan desagradable. Somos tan feos por dentro. Parece mentira que nuestras vísceras sirvan para algo. Pensar que estas masas de carne (o lo que sea) sean capaces de darnos impulsos eléctricos que nos hagan tener sentimientos, o aún más lejos, que nos den la conciencia.
Todo esto me hace pensar, y mucho. Cuando morimos de una manera violenta, cuando la edad aún no ha degenerado las vísceras y estas son aún jugosas ¿se acaba de golpe nuestra conciencia? No me puedo creer que con un golpe de martillo en el cráneo pasemos de ser dioses en nosotros mismos (como dijo el filósofo) a ser un montón de desecho de materia orgánica que sirve de alimento a bacterias, o como mucho para la investigación médica.
Realmente no somos mucho. Este pobre infeliz que tengo a los pies seguro que tenía una vida, quizá hasta mujer e hijos y planes para ellos. Y así, de pronto, en un lugar oscuro de un aparcamiento, se acerca un desconocido hijo de puta con un martillo y de varios golpes en la cabeza le lleva a formar parte de la historia. Ya no es nada. Como mucho quedará unos años en el recuerdo de un par de docenas de personas. Diez o doce artículos en las páginas de sucesos de un periódico. Y esto porque le hice el favor de asesinarle, porque de no ser así ni siquiera iba a tener estos últimos. Imagínate si hubiera muerto en un accidente de circulación media hora más tarde. ¡Vaya fin mísero! Una muerte más.
Seguro que en su maletín tiene papeles importantes para la empresa en la que trabajaba, proyectos que se han quedado a medias. Probablemente las ideas brillantes para aumentar las ventas se encuentren en el trozo de masa encefálica que se escurre por su gabardina. Todavía no me puedo creer que en el interior de ese pedazo asqueroso de seso y sangre puedan caber ideas o sentimientos. El cerebro humano es algo tan fascinante. A veces hago la inevitable comparación con el disco duro de un ordenador. Porque tiene que ser así, una especie de disco duro muy evolucionado. La versión Diez mil punto uno que la Naturaleza ha desarrollado para almacenar información. Un disco duro jugoso y que se autodestruye en unas semanas. Pero si es así, hay algo en lo que la Naturaleza no ha pensado. El copiar y pegar. ¡Qué cosa más práctica! Sin estas funciones la información que tenemos en la cabeza no se puede volcar a ningún sitio. Nuestra experiencia solo se puede transferir por los primitivos medios que poseemos: hablando, escribiendo, dibujando… Y sobre todo siempre sujeto a la subjetividad. Nadie sabe realmente lo que tenemos ahí dentro, solo lo que queremos que sepan.
Evidentemente esto es una ventaja para psicópatas como yo. Nunca sabrá nadie por qué asesino.
J.L. Revidiego

Un saxofón **


¡Un saxofón! Necesito urgentemente que suene un saxofón. Voy y lo elijo entre mis compactos. Parker, Charlie Parker. Suena el saxo. No estoy contento con el volumen y regreso al equipo para ordenar a Charlie que sople más alto. ¿Demasiado? No, está bien. Hoy nadie se va a quejar del ruido; los del segundo llevan dos horas dando voces. Ya estoy mejor. Me ducho, me peino hacia atrás y, siguiendo el ritmo del batería, dudo entre afeitarme o dejarme ese look desaliñado que tanto parece gustarle a Eva. Finjo tocar el bajo por el pasillo antes de tomar la decisión. En el salón encuentro medio porro apagado. Lo enciendo y, por fin, elijo no afeitarme; y, aún más, me engomino el cabello hacia atrás, cosa que nunca había hecho. Me cepillo los dientes y me visto con la camisa blanca y el traje negro. No me pongo corbata. Bailo otro poco por el pasillo. El porro me ha sentado de puta madre. Suena el móvil. Lo descuelgo, es Marcos, me dice que pasemos una muy feliz noche, yo le devuelvo los deseos, sinceramente, Marcos es un buen tío. Siempre está en todos los detalles. Miro por la ventana. ¡Qué tranquila está la calle! Parker cambia de ritmo. Regreso al cuarto de baño, me miro en el espejo. Me encuentro atractivo, diferente. Tomo la colonia de Armani, me empapo en ella con los pulsos del contrabajo. ¿Vincent Harper? ¿Se llamaba así el contrabajista? No lo recuerdo, pero sus notas se me han enganchado en el estómago. Busco en su caja los zapatos, me los calzo. Oigo que el móvil recibe un mensaje, es el tercero en una hora. Decido leerlos todos más tarde para contestarlos. Vuelvo al espejo, tres segundos. Abro el cajón de la mesilla, tomo la cartera, el monedero y las llaves. El móvil: el mensaje era de Cristina. Tomo el abrigo bajo el brazo. Otra vez al espejo, esta vez para encontrarme una arruguita nueva en el entrecejo. Otro día me hubiera preocupado, pero estoy seguro de que esta me hace más interesante. Muevo un poco la cadera (Parker sigue siendo el culpable) apago la luz del baño, la del dormitorio y tomo los regalos de la mesa del salón. Abro la puerta y recuerdo que se me olvida algo: apagar el equipo. Respiro los últimos compases de jazz del tema, pero sin darme tiempo a pensar, de inmediato vuelve de nuevo el saxofón escalando en do mayor hasta el cielo. Me estremece. Sonrío y decido dejar la música sonando en el piso. Apagar el saxofón me parece algo que no debía hacer.


Roberto Sancho (Madrid)

Novedades ***

Aquella fotografía me hablaba a diario.
La había colocado en la mesilla, así, nada más despertar podía preguntarle las cosas que habían ocurrido en la vecindad. Porque ella no dormía y yo, afortunadamente, gozo de uno de los sueños más profundos. Así, un día cualquiera, nada más yo abrir los ojos le preguntaba al retrato por las novedades, ella me respondía: “Poca cosa Teresa, los vecinos de arriba hicieron el amor hasta las dos, ella parecía más excitada que otras veces, luego, sobre las tres y media pasó una ambulancia por la calle, pero la urgencia tuvo que ser muy retirada de aquí porque seguí oyéndola hasta casi Usera. Ah, el camión de la basura pasó algo más tarde y uno de los empleados se cagó en la madre que parió a alguien porque habían arrojado algo metálico al contenedor que casi se carga el motor que comprime la carga. También se oyó la puerta de la calle sobre las cinco, pero no pude saber quién era, aunque tú y yo lo suponemos, ¿verdad, Teresa?. Armando, el vecino de al lado no ha ido hoy a trabajar por la mañana, quizá haya cambiado el turno por la tarde. También he oído ruidos en el patio, yo que tú le comentaría al presidente de la comunidad que hay posibilidades de roedores y nada más que mencionar. Que tengas un buen día, Cariño”.
Gracias le respondo yo, y es que es tan útil un retrato que habla. Con las cosas que suelen pasar en el barrio por la noche. Cómo para perdérselas.


Teresa Rincón (Zaragoza)

El intruso ****


Me había escondido en la última habitación de la casa, en la alcoba de mis padres. Tenía la seguridad de que aquellos ruidos de la cocina eran producidos por una persona. Por primera vez en mucho tiempo tenía miedo. No recordaba cuándo fue la última vez que lo tuve, quizá de bebé, o quizá aquella vez que fui al médico con mamá porque me había salido un bulto tras la oreja. Mi corazón apenas me dejaba respirar cuando algo cayó con estrépito en el suelo del cuarto de baño. La única posibilidad que me quedaba era llamar a la policía, pero para ello necesitaba un teléfono, es decir, salir de mi escondite. Imposible. Yo no tenía otra escapatoria que seguir quieto, tras la cama de matrimonio y esperar a que quien fuera que hubiera entrado a casa encontrara algo valioso y corriera a cambiarlo por droga o por lo que quisiera y se marchara de allí. Creo que fue en ese momento en que noté que me orinaba. No me importó. Intentaba distraer el miedo de algún modo, pero el único alivio que me quedaba era acusar a mis padres por todo lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué se habían marchado aquella semana?, o puede que la culpa no fuera de ellos, sino mía por haberlos animado. ¿Pero Carlos, cómo te vamos a dejar solo en estas fechas? No os preocupéis, mamá, yo estaré bien contesté mientras ideaba la gran fiesta de Año Nuevo en casa de mis padres. Es un castigo divino, estoy absolutamente seguro de ello. Escuché pasos cerca y seguí orinándome. Había tanto silencio que pude oír la respiración agitada del intruso como si estuviera tumbado junto a mí. Era una inspiración ruda de varón que asocié a un individuo grueso. Yo cerré los ojos, como si la oscuridad no fuera suficiente negrura. El picaporte se abrió. La raya de luz del pasillo fue una tangente en mi brazo. Él se acercó tanto a mi cama que al fin pude hasta olerle la transpiración alcohólica. Quien fuera aquel individuo había bebido y mucho. Yo tenía los ojos tan cerrados que no podía saber si la oscuridad era total o el intruso había encendido la luz. Pero supe con certeza que me observaba desde arriba, incluso oí cómo se rascaba en alguna parte quizá cavilando qué hacer conmigo. Oí una maldición alcohólica entre dientes. Lo único que se me pasaba por la cabeza era que todo acabara pronto, que si tenía que matarme que lo hiciera con rapidez. De repente algo extraño sucedió en la habitación. No podría explicarlo. No sé si perdí unos minutos el conocimiento o el tiempo ni siquiera pasó, pero supe que ya no había nadie junto a mí, ni siquiera en el piso. Por un momento pensé que estaba muerto y que aquello formaba parte de la otra vida, pero un ligero dolor en las sienes, un par de arcadas y la humedad en mi entrepierna me dijeron lo contrario. Yo estaba vivo y solo. Me levanté haciendo crujir seis o siete articulaciones, anduve asomando la cabeza por las habitaciones como un ratón asustado y comprobé lo que ya sabía, que nadie más que yo habitaba en casa. Eso sí, la puerta de la calle estaba abierta y con mis llaves puestas. Yo, y mi negligencia habíamos facilitado la entrada al intruso. De aquel descuido me alivió saber que lo podía contar. Hice una rápida inspección en casa. Aparentemente no faltaba nada: ningún cajón abierto, nada revuelto… Apenas una botella de cerveza medio vacía sobre la mesa del salón y el cepillo de dientes en el suelo del cuarto de baño. Aquello tenía poca explicación, hasta que oí, a través del tabique una discusión voces. Correspondía a los vecinos de al lado. Al parecer, él había llegado borracho a casa por segunda vez en el día. Ahora lo comprendí todo.
Solo espero que el alcohol retire de la memoria de mi vecino la ignominiosa situación en la que me encontró. A mis treinta y cinco años uno tiene su dignidad en el equipo de rugby.

Gregorio Martos (Valencia de Alcántara)

Las Tres piedras *****


-¿Cúal es la piedra que da Sabiduría?
-Ninguna.
-Pues yo te he oído…
-No, no me has oído nada de Sabiduría… Te repito (y por favor, estate atento). Las piedras son solo tres y de ellas puedes elegir una para llevarte a tu hogar. La piedra roja, la que está en la montaña, te dará Paz espiritual; la segunda, la verde, la que está junto al río, te ofrecerá Memoria; y la tercera, la que se encuentra el la linde del camino, te dará el suficiente oro para que no te preocupes de tus necesidades materiales en toda tu vida. ¿Lo entiendes ahora?
-Pues no. La cosa no está tan clara, Sr. Duende.
-Puedes llamarme Duende, a secas.
-¿Entonces, de llevarme la primera piedra me encontraré en paz conmigo mismo? Quizá eso sea lo más parecido a la Sabiduría.
-Si eso opinas tú.
-Aunque la verdad… La Sabiduría siempre he creído que es lo contrario a la Paz espiritual. De esta siempre he tenido la opinión que es la cobardía del sabio. Acuérdate del Árbol de la Ciencia. Quien come de su fruto no es que se quede muy tranquilo que digamos… Pero por otra parte lo que es realmente sabio es estar en paz.
-Bueno, yo no te puedo ayudar en eso.
-Creo que sería una buena elección.
-¿Entonces?
-Por lo contrario. No estoy tan maduro como para encontrar tanta calma en mi interior. Imagínate, a mí, que me hierve la sangre de juventud, de la noche a la mañana convertirme en un monje tibetano. No. No elegiré la primera piedra.
-Bueno, pues tú dirás…
-La de la Memoria está bien. Cuánta desesperación aliviaré. Quién no ha deseado recordar todo lo que lee. Eso sería extraordinario, ¡llenarse de conocimientos!. Es una maravillosa opción. No sería sabio, pero sería erudito.
-¿Eliges?
-Tampoco. He pensado que lo mismo que recuerdas cosas buenas lo harás con desgracias… Y no me gustaría tener presente las malas experiencias. Creo que la mala memoria es parte de nuestras defensas, y sobre todo en mí, que soy una persona muy sensible…
-Bueno, pues solo te queda la tercera opción. La más fácil y tentadora: el oro.
-No creas, Duende. No es tan grande.
-¿Cómo?
-Sí, he de reconocer que el oro es muy tentador. Pero… tener todo lo que necesitas hasta final de tu vida es un poco confuso. Porque yo sé que algo me escondes en tus palabras. Conozco a los duendes como tú, he visto muchos por aquí. Si has dicho que tendré oro para lo que yo necesite quiere decir que el lujo estará exento, también los despilfarros y sobre todo las donaciones a terceros, aunque esto sea a personas realmente necesitadas. ¿Me equivoco?
-No...
-Y si has mencionado “hasta final de mi vida” también significa que no dejaré nada en herencia.
-Efectivamente.
-Pues tampoco es una buena opción eso de tener cama y techo hasta que me muera.
-¿Cómo?
-Que no quiero nada de lo que me ofreces.


Enrique Aguado (Lugo)

Blues ****

El viajero llegó a San Luis aquella tarde de calor. Sacudió su traje, no tan blanco tras las mil millas recorridas, y, solo entonces, cuando se lo pensó tres veces, entro al local. Alguien me juró que estuvo sin respirar los cinco minutos que se mantuvo quieto en el centro de la habitación.
Fue Bessie la Criolla, demasiado joven para conocerlo, la que le atendió y le ofreció algo de beber.
Incluso con aquella tormenta de recuerdos la cerveza estaba demasiado caliente. Se levantó y se dirigió hasta el piano, que apenas acarició sin desnudar su teclado. Revivió las historias de dos arañazos, una muesca y la quemadura del borde superior. Al contrario que él se esperaba alguien se encargaba de mantenerlo limpio, y seguramente afinado. Una aguja de celos soportó su estómago. Volvió a su mesa y retomó la cerveza. No llegó a apurar su vaso cuando dio por terminada su visita. Soltó sobre la mesa un dólar, agarró su bastón y en menos de una hora se encontraba subido en otro autobús. Ese fue el tiempo que concedió a los buenos tiempos.
Pero sobre su asiento, mirando por la ventanilla, su dedo índice no dejó de marcar el ritmo hasta que las ruedas traseras del automóvil abandonaron Luisiana.
Julio Alvarado (París, Francia)
Julio Alvarado es cojo y tiene un perro.

Por muy poco ****


Había dos pino casi gemelos, el resto de la vegetación era de monte bajo: brezos, jaras y alguna retama. Allí estaba la casa, al final de lo que parecía un camino, solitaria, abandonada, vieja; haciendo del paraje una especie de maldición.
Comencé a sospechar cuando Frank Sinatra apareció tras de mí como si llevara allí todo el tiempo que yo había andado (y que en aquel momento no podía precisar cuánto era) Lo miré de arriba abajo para cerciorarme: Sí, no quedaba duda alguna, era él. Vestía un pantalón gris y un polo blanco. Intenté razonar en todos los sentidos lo que me estaba ocurriendo, pero solo había dos hipótesis: la primera es que aquello era un sueño, la segunda es que yo había muerto y me había reunido con Sinatra en el Más Allá; esto último explicaría aquello de las luces brillantes.
Me sentía bien, no me daba miedo la situación. Me dispuse a comunicar con Sinatra, quizá era él el encargado de darme la bienvenida al reino de Hades.
-Sr. Sinatra, me encantó su interpretación en El mensajero del miedo.
-Gracias, muchacho –me contestó él en perfecto francés.
No hablamos más. Yo no podía perder más el tiempo y retomé mi dirección hacia la casa de los pinos.
Fue un camino lo que ahora estaba invadido de matojos que ahora me destrozaban los pies. Opté por ponerme los zapatos que llevaba anudados uno al otro y colgados en mi cuello. La vereda se hacía cada vez más pina y aproveché un repecho para descansar sentándome sobre un mojón. Frank lo hizo en otro contiguo al mío. Distraje mi descanso leyendo las inscripciones de mi asiento de piedra: “N-I Km 232” . Esto me ayudó bastante en mi situación: me encontraba a pocos kilómetros de Burgos. Miré en el que se había sentado Sinatra: “N-V Km 210” . La cosa estaba clara: él se encontraba entre Cáceres y Navalmoral de la Mata. Me sentí mejor con el descanso y decidí continuar, le hice un gesto con la cabeza a Frank y él asintió mientras encendía un cigarrillo.
Media hora más tarde pasábamos entre los dos pinos y en otra media nos encontrábamos frente a la puerta de madera bastante bien conservada. Miré a Frank, que no me dijo nada, ni siquiera hizo un gesto que me diera una pista sobre lo que yo debería hacer, o no hacer. Puse la mano en el picaporte pero no fuerza en ella y volví a mirar a Sinatra. No ocurrió absolutamente nada. Respiré profundamente y en el último instante tomé la decisión de no abrir la puerta. Quité la mano del picaporte como si me la hubiera quemado y di la espalda a la casa. Frank encendía otro cigarrillo. Yo, en un arrebato de seguridad, se lo quité de los labios y lo llevé a los míos.
Ahora el camino era cuesta abajo y los dos anduvimos ligeros. Yo me encontraba bien, por primera vez en mucho tiempo supe, con toda la certeza, que había tomado la decisión correcta. Sonreí, eché una mano por encima del hombro de Frank y los dos desanduvimos el camino silbando canciones de Miguel Bosé.

Joaquín Vilariño (Vigo)

Predicción *****

Aquel no iba a ser un día normal. Lo supe después del desayuno, en cuanto encendí en primer cigarrillo de la mañana. La luz que entraba por la ventana de la cocina reflejándose en los platos sucios, el olor a alquitrán de las obras de la calle, el sonido lejano de un sirena, incluso el reloj de la mesilla se había detenido en algunas tres y media. Aquello significaba algo. Demasiado silencio en el edificio para ser media mañana.
Todos sabemos cuando algo no va bien, cuando en el desorden de nuestros días lo más mínimo se ha movido hacia otro lado. Y aquel era uno de esos momentos, iba a ser un día de “esos”, diferente. Una llamada, una carta, una mala noticia en el telediario…
Me senté en el sillón, crucé las piernas y encendí el segundo cigarrillo. Me dispuse a no hacer nada en toda la jornada. Si algo grave acontecería: la culpa no sería mía.
Alberto Mañas. (Cáceres. España)
(1er. Premio Relato Verano Fundación d IV)

El Diario de Conrado Valle ****


La última fecha del diario publicado es del 10 de octubre de 2005. Desde entonces Rafael Valle no nos ha hecho llegar ninguna copia más del diario de su hermano. A continuación se reproduce todo lo que Diálogos 4 ha publicado.





AGOSTO 2005





Lunes 15- La vieja me ha tenido que despertar para comer. Yo no tuve hambre, y menos de comer esos trozos de carne. En el correo no hubo nada interesante y tampoco encontré nada en Internet que mereciera la pena. No tuve ganas de estudiar. Me tumbé en la cama y dormí otro rato. Me llamó Pipe para quedar en el parque y no hemos hecho nada más que comer pizza y helados.
Martes 16- Mi vieja se ha ido a Fátima con la parroquia. Yo he estado jugando con la Play hasta las dos de la madrugada.
Miércoles 17- He tenido que salir a dar una vuelta porque a las cuatro me dolían los ojos de tanta pantalla. Hacía mucho calor y he llamado a Pipe para ir a la piscina. Me doy asco lo gordo que estoy, apenas he salido de la sombra para ir a por dos cocacolas.
Jueves 18-
Viernes 19- Ha venido la vieja con mi tía Rosa, se va a quedar dos días en casa porque están pintando la suya. Sigue haciendo calor. He ido con Pipe y Teresa al cine. Ella está bastante preocupada porque la operan en septiembre. Vimos los Cuatro Fantásticos. Al menos no me he aburrido. Hemos estado sentados en la Plaza de los Cubos hasta las tres de la mañana.
Sábado 20- Odio el aspirador. Mi tía huele a colonia barata, y encima no puedo estar en calzoncillos porque está ella. No voy a estudiar hoy tampoco. Voy a proponer a Pipe irnos a la Casa de Campo esta noche, llevo unos días que parezco un caballo.
Domingo 21- Estuvo bien anoche. Pero me gustan más las rumanas, son más guapas y tienen un nosequé que me ponen más cachondo. Además parece que tienen menos prisa para chupártela. Mi tía se va por fin. Pipe se ha venido a casa a jugar con la Play y hemos estado planeando el crimen perfecto. Nos gusta mucho planear un asesinato. A mí me excita un montón y luego me quedo despierto en la cama atando los detalles.





Lunes 22- Pipe me ha regalado una rata de laboratorio. Es albina y tuerta, le falta uno de sus ojos colorados y creo que por ello no ha sido sacrificada en el laboratorio donde trabaja su hermana. Me ha gustado el regalo. He salido a comprarle una jaula de esas con rodillo y comida. Es un animal tranquilo y dócil. Le gusta jugar en mi regazo. Le he puesto el nombre de Guanai (One eye). A Rafa no le gustan los animales, me alegro, así pasará menos a mi habitación.
Martes 23- Al fin he podido estudiar algo. Los exámenes están al caer y apenas he trabajado en este verano. No me quedo más veranos en Madrid, me muero de asco y no estudio nada. Por la tarde hemos Pipe, Teresa y yo a dar una vuelta por el parque del Oeste.
Miércoles 24- También he estudiado algo. Luego he jugado con la Play y he limpiado la jaula de Guanai. He dormido una siesta de escándalo hasta que Rafa me ha despertado con una de sus gilipolleces. A veces le pongo a él como víctima del asesinato perfecto. Mi madre se ha puesto pesada y hemos ido a ver a mi tío Tomás a su casa. Tiene leucemia. Vive en la calle Velázquez , tiene un piso enorme, es soltero y viejo. Creo que por esto venimos tanto, a ver si cae algo. Le cuida una ecuatoriana que tiene un culo enorme. No me importaría echarle un polvo.
Jueves 25- No ha ocurrido nada de nada. Me he pasado día viendo la tele y jugando con Guanai en el salón, a la vieja no le molesta que la rata ande por el sillón.
Viernes 26- La vieja se ha puesto pesada con que me podría haber sacado el carné de conducir este verano. Yo no quiero aprender a conducir, me pone muy nervioso conducir coches. Pipe se ha ido a Santander hasta septiembre. He quedado con Teresa para ir al teatro,. Me he aburrido mucho, era una obra pretenciosa de esas de situación.
Sábado 27- Ha venido mi tía Rosa a vernos. Rafa sale con una perica nueva, los he visto por el balcón. Es mayor que él y está buena. No ha venido a dormir. Tiene suerte el cabrón de mi hermano. Yo he pasado a hurgar en sus cosas, le he quitado una piedra de chocolate que tenía en la mesilla y me la he fumado en el balcón. Le he dado un trozo a Guanai y al rato lo ha vomitado. A mí me ha entrado un hambre terrible y después de atiborrarme a magdalenas me he quedado dormido hasta las dos.
Domingo 28-He estudiado algo. Llamé por teléfono a Pipe, dice que en Santander está lloviendo y es un coñazo. Rafa se ha dado cuenta que le falta el chocolate, pero no ha dicho nada porque cree que la vieja se lo ha descubierto. He pasado la tarde tumbado en el sillón. Cada vez me noto más gordo, para cuando empiece el curso tengo que hacer algo.





Lunes 29- Odio el ruido. ¿Por qué hay tanto escándalo en casa? La vieja no hace más que ruido por donde quiera que ande. El la cocina, más que guisar parece que arroja los cacharros a las paredes; prende la televisión a las 7 de la mañana, y a la vez que esta hace lo mismo con la radio. Nos habla a voces, como si estuviera a cien metros de nosotros. A Rafa no parece importarle, también él habla a voces y pone la música alta. No soporto su música de pijo de mierda. Uno de los índices de civilización debe ser el silencio, cuanto más silencio más avanzado estará un país.
Martes 30- He estudiado bastante. Me ha llamado Pipe para decirme que viene el viernes.
Miércoles 31- Hoy no hacía tanto calor. Me he bajado al parque del Oeste a que Guanai corriera un poco. Es curioso el comportamiento de la rata, en vez de huir, se refugia en mi regazo. Si froto mis manos viene hacia mí. Un tío me ha recriminado que soltara una rata por el césped. Me he cagado en su puta madre a voces. Guanai tiene más nobleza que la mitad de las personas que conozco.





SEPTIEMBRE 2005





Jueves 1- Queda una semana para que operen a Teresa, me he acordado y la he llamado para tomar una cocacola. Hemos ido a la terraza del Vergel y luego la he invitado al cine porque yo no sé dar ánimos y me agobiaba mucho la situación. La película era una mierda.
Viernes 2- Me he fumado un peta antes de ir a comer con la tía. Mientras la vieja conducía hacia la Moraleja yo he sacado la cabeza por la ventanilla y por primera vez he notado una enorme sensación de libertad. Debería fumar más porros. Hemos comido con la tía Rosa en el Chaqué. Es un maravilloso restaurante y se come de cine. Por la tarde he recibido un msm de Aurora. Quiere que salgamos mañana. Aurora es simpática, gordita y un poco simple, pero a veces me pone cachondo con las tetazas que tiene. Muchas veces me la casco a su salud. No la he contestado porque no sabía qué decirle. Pipe ha venido, me ha llamado. Nos veremos mañana.
Sábado 3- Lo primero que he pensado por la mañana es en contestar a Aurora, pero no lo he hecho: creo que tendré que ir a la Casa de Campo. He comido con Pipe en la Trattoría. Me ha hablado toda la tarde de sus vacaciones. Se ha estado tirando a una amiga de su madre. Se llama Luisa, es una cincuentona de esas operada. Creo que Pipe se ha colgado de ella. Le he propuesto ir a la Casa de Campo a que nos la chuparan, me ha dicho que no podía.
Domigo 4- Anoche intenté no pensar y estuve jugando con la Play hasta la madrugada. Hoy me he despertado a las tres. He tenido la tentación de hablar con Aurora. Me la he cascado y se me ha pasado. He estudiado hasta las nueve. Pipe no me he llamado. Yo tampoco a él.





Lunes 5- Me he levantado a las 9, me ha dado el punto, me he puesto el chándal y me he ido a correr por el parque del Oeste. He resistido diez minutos trotando, pero anduve casi una hora. Debo ponerme en forma de una puñetera vez. No he llamado a Pipe ni él a mí, estará muy ocupado tirándose a la amiga de su madre. La vieja me hizo ir con ella a comprar un mueble para el hall. No he estudiado nada.
Martes 6- Aurora me ha vuelto a mandar un sms. En un arrebato, más por cortesía que por otra cosa, le he contestado. Tengo unas agujetas del carajo, pero me siento bien. Mañana iré a correr de nuevo. He llamado a Pipe, porque mañana operan a Teresa. He quedado con él a las tres en la puerta del Ruber. Por la tarde he ido con Rafa, la vieja y la tía Rosa a visitar al Tío Tomás. El cabrón está mejor que nunca con lo ochenta tacos que tendrá. La ecuatoriana me pone cada vez más cachondo. No pude estudiar y jugué con la play hasta tarde.
Miércoles 7- Creo que la operación de Teresa no ha tenido que salir como debiera. Sus viejos lloraron mucho. No nos dejaron verla, estuvimos un rato deambulando por la sala de espera hasta que Pipe tuvo la buena idea de que nos marcháramos. Cené con Pipe en Grappelli. Me enseñó unas fotos de Luisa, la amiga de su madre. Tiene que ser una pervertida del carajo, ahora entiendo a Pipe. He conseguido distraerle cuatro de ellas, de las más guarras.
Jueves 8- Cuando me he levantado era muy tarde, hacía mucho calor y no tenía ni puñeteras ganas de correr. He estado viendo las fotos de la pervertidora. Me la he cascado a su salud y luego he tenido la idea de escanearlas y colgarlas en Internet. Lo hice en diez o doce servidores. Llamó Pipe para decirme que Teresa no ha despertado todavía. Me puse muy triste. Me fumé un peta y me entro la depresión.
Viernes 9- he bañado a Guanai. Le encanta nadar de un lado al otro de la bañera. De Teresa no se sabe nada todavía. Aurora me ha vuelto a escribir, me invita mañana a una fiesta en Pozuelo. No la he contestado. Pipe dice que se va con Luisa a una casa rural. He salido con Rafa a tomar unas copas. No sabía que a mi hermano le cupiera tanta coca por la nariz. Hemos regresado a las 9 de la mañana, yo con un golpe en la cabeza.
Sábado 10- Me ha despertado la vieja para comer y me he vuelto a tumbar. Al final decidí ir con Aurora a Pozuelo. Me dio mal rollo eso de que me hiciera recogerla en su casa. En la fiesta no había más que pijos asquerosos y aburridos. No he tocado a Aurora en toda la noche. Caí reventado a la cama.
Domingo 11- Anoche se tuvo que escapar Guanai, no está en la jaula y lo la he encontrado. He ido al Ruber con Rafa. Teresa sigue en coma. Comimos en la cafetería con su viejo. Me da muy mal royo. He pasado la tarde viendo la tele. Me estoy planteando presentarme a los exámenes.





Lunes 12- He ido a correr, y he sufrido bastante más que el otro día. Casi vomito en el templo de Debod. Me ha llamado Pipe antes de comer, creo que se encuentra algo molesto por no haber contado conmigo desde hace tiempo. Me dice que está enamorado de Luisa. Yo le he desanimado todo lo que he podido, pero esa tía le ha sorbido la polla tanto que se ha llevado parte de su sesera. Hemos hablado más de media hora por teléfono como dos quinceañeras.
Martes 13- Soy supersticioso y apenas he salido de casa. Me la he cascado tres veces.
Miércoles 14- He ido al hospital a ver a Teresa. No se sabe nada todavía de su estado. Dicen los médicos que puede despertarse en cualquier momento, o no. Su madre ya no llora siquiera. He estado más de tres horas junto a su cama porque no tenía fuerzas de ir a ningún lado. Parece dormida y tranquila. No he sido capaz de hablarle, no me sale.
Jueves 15- Guanai ha aparecido, estaba escondida en algún lugar de la cocina y por desgracia mi madre le ha pisado una pata trasera. Ahora la arrastra como en una herida de guerra. Es una rata muy desgraciada. La he llevado al veterinario y se la ha inmovilizado. Le he comentado al doctor que si era posible ponerle un ojo de cristal en su cuenca vacía. Me ha dicho que sí, pero de una forma como si yo fuera gilipollas. He cenado con Pipe en una pizzería en la Avenida de América. Realmente la tronca esa le tiene trastornado.
Viernes 16- Hoy he visto morir a un hombre. Iba a Fuentetaja a comprar un libro para regalar a mi madre cuando en plena calle San Bernardo vi cómo un viejo caía al suelo dandose un hostión del copón. Comenzó a dar espasmos y mientras estos eran cada vez más espaciados poco a poco su cara cambió de color. Entre otro tipo y yo intentamos hacer algo mientras venía una ambulancia, pero no hubo tiempo para nada, el tío se quedó rígido y echó sangre por la boca como si la hubiera bebido antes. Ha sido una experiencia horrible y a la vez hipnótica ver agonizar a una persona.
Sábado 17- Todavía recuerdo lo sucedido ayer. La vieja nos ha invitado a comer en Jockey. Hoy cumplía cincuenta y seis tacos. Hemos estado casi toda la familia. He estado esperando a que Aurora me llamara o me escribiera para salir esta noche, pero desde el fin de semana pasado no sé nada de ella, seguramente sea una trama femenina para llamar mi atención. Pipe tenía planes y Rafa me ha invitado a salir, pero no aguanto el ritmo de mi hermano. Al final pasé el sábado en casa.
Domingo 18- He corrido un poco, pero parando cada cinco minutos, todavía tengo el recuerdo de la cara del viejo de San Bernardo. También tengo conocimiento de que a personas jóvenes les dan infartos. Por la tarde he navegado en Internet. Ya no estudio nada. No creo que me presente a los exámenes.





Lunes 19- No me encuentro bien. Debería ir a cortarme el pelo.
Martes 20- He hecho un esfuerzo y he realizado la matrícula para este curso. No sé para qué coño estoy estudiando Derecho. La cabeza me da vueltas. Creo que me estoy haciendo mayor, me he mirado en el espejo y tengo menos pinta de abogado que de sacerdote. No sé si es tarde para plantearme de nuevo la vida, y el problema más grave es que no me veo trabajando en ningún sitio. Nunca he puesto interés por nada de lo que hago. La culpa debe ser de la beata de mi madre, o del cabrón de mi padre. Nunca me he esforzado en nada ni me han obligado más de lo que ellos querían. Me siento fatal. Giro la cabeza y veo la habitación de un adolescente que no soy yo. Tengo ganas de vomitar.
Miércoles 21- Me ha llamado Pipe, está desesperado con Luisa, dice que lleva dos días sin que ella le coja el teléfono. Esta vez no le he desanimado, le he encontrado muy mal. Seguro que la zorra ha encontrado a otro pipiolo que se la folle. Le está bien empleado a Pipe, por no hacerme caso.
Mi cabeza sigue dando vueltas como ayer. Tengo veintitrés años, poco más de media carrera de derecho y ni siquiera permiso de conducir. No tengo más afición que la play y cascármela. Mañana me haré un tatuaje en el brazo, a ver si se me pasa la depre.
Jueves 22- Pipe ha venido a recogerme para ir a ver a Teresa. No ha parado de hablarme de Luisa. Me ha hinchado los cojones y le he animado a que la espíe. No ha sido buena idea ya que desde mañana me vendrá a recoger para seguirla en todos sus movimientos. Hemos tenido buenas noticias de Teresa. Parece que su madre le ha visto mover un brazo y eso nos ha dado esperanzas para que despierte cuanto antes. La familia estaba muy contenta. Pipe me ha invitado a comer en Hollywood, yo he sido capaz de solo zamparme una ensalada. Me hubiera gustado hablar a Pipe de mi depre, pero no he podido. Creo que tengo algo de vergüenza de mi inutilidad.
Viernes 23- Pipe y yo hemos estado toda la mañana estacionados en Juan Bravo, frente a la casa de Luisa. Ella no ha salido y nosotros hemos hecho el gilipollas, yo más que Pipe. Por la tarde me he ido con la vieja de tiendas. Está contenta. Me ha comprado mucha ropa que sabe que nunca me pondré y aún así sonreía. Dice que va a salir esta noche. Me temo que también le ha llegado a ella el celo. Me jodería mucho que encuentre un vividor. Creo que de ser así lo mataría.
Sábado 24- Ayer me envió un mensaje Aurora para salir, lo he recibido esta mañana cuando he encendido el móvil. Le he contestado cosas bonitas y luego me he arrepentido. Me ha llamado Pipe para darme novedades de su investigación. No encuentra nada raro, además ayer consiguió hablar con ella casi cuarto de hora. A Pipe se le han pasado los celos. He reservado un hotel para mañana y he quedado con una tal Niurka, rusa, 80 60 80, espectacular, hago de todo.
Domingo 26- Hemos comido en familia con mi tío Tomás, ha venido la ecuatoriana con él. Si él no tuviera cerca de los noventa diría que se la está cepillando. Niurka no era nada del otro mundo, pero me he aliviado bastante.





Lunes 27– Guanai no se encuentra bien. La encuentro muy triste, apenas se mueve para comer. La he dejado libre por la habitación y viene a refugiarse a mis pies. Es una rata muy desgraciada. He ido con la vieja de compras. Sigo sin estudiar. Ya no me presentaré a los exámenes, estoy pensando en replantearme la vida. Creo que no es tarde.
Martes 28 – Teresa ha muerto. A las 8 de la mañana nos llamaron para decírnoslo. Su cerebro se inundó de sangre, o algo así. Estoy fatal. Ahora estoy cansado de estar todo el día en el tanatorio. Era horrible ver a sus padres destrozados. Creo que ver morir a un hijo tiene que ser lo peor que le puede pasar a una persona. Su padre se ha desmayado, es impresionante ver caer de dolor a un hombre de casi dos metros. Me siento enano. He tomado dos pastillas para dormir de las que toma mi madre y no puedo perder el conocimiento. Ha habido tanto dolor en este día que creo que jamás lo olvidaré. No he querido verla, no quiero recordar a Teresa sin vida. Mañana es el entierro, tendré que sacar fuerza de algún sitio para poder ir.
Miércoles 29 – Ha sido un día espantoso y estoy más borracho que nunca.
Jueves 30 – He comenzado a escribir el diario a las 10 de la mañana, lo hago porque no tengo a nadie a mano con quién hablar. La muerte tiene que ser fría, silenciosa y oscura, como el hoyo donde metieron a la pobre Teresa. En cierto modo me siento culpable de abandonarla en el cementerio, debe de estar tan sola allí, me gustaría tomarle la mano y contarle las cosas que nos contábamos hace apenas un par de semanas. He vomitado dos veces, entre la resaca y la angustia lo estoy pasando peor que nunca. Mi madre se ha marchado a misa y he estado tentado a acompañarla, pero no me parece un buen sitio para pasar la resaca de la muerte, es como si ellos, los curas, hubieran ganado una partida, los curas son siniestros porque se alimentan del dolor ajeno. Me gustaría dormir tres días seguidos.
Por la tarde nos hemos juntado todos los amigos de Teresa en Charly, ha sido una terapia tácita, incluso no han faltado las risas. Pero han sido unas risas de nervios, de cobardes. He acompañado a Aurora a casa y le he dicho que voy a dejar la carrera de derecho. Su respuesta ha sido que lo piense mejor.





OCTUBRE








Lunes 4- Me he comprado un I-pod de 60 gigas. Voy a meter en él toda la música que tengo, todos los CDs que he coleccionado desde niño que son casi 300. Ya me he puesto a ello. Llevo comprimiendo música desde las ocho de la mañana, creo que en un par de días estarán todos en el interior del I-pod y podré sacar de mi cuarto todos los CDs y enterrarlos en el cuarto de los chismes, junto con el resto de los recuerdos que estoy expulsando de mi dormitorio. He quitado de las paredes todo lo que la adornaba, mis fotografías, mis dibujos y el póster de El Gran Lebowski. Las paredes han quedado vacías, limpias, con apenas los agujeros del recuerdo de lo que sostuvieron.
Martes 5- He seguido depurando mis pertenencias. He arrojado al contenedor todos mis libros y apuntes de la facultad. Luego le he comunicado a la vieja mi intención de dejar los estudios. Se lo ha tomado mal y le he prometido en falso que me lo pensaría seriamente lo de dejar Derecho para dejarle alguna esperanza, pero los libros están en el camión de la basura, los he oído esta noche cómo la trituradora los molía y se los subía por Alberto Aguilera.
Miércoles 6- Por fin he decidido cortarme el pelo. Me he rapado la cabeza. Mi madre sigue preocupada por mí. Me ha dicho que tenemos que hablar. Le he contestado que más adelante.
Jueves 7- Sigo arrojando chismes a la basura. He dado otra vuelta a mis pertenencias. Creo que aquella temporada de mis dieciocho o veinte años fui el ser más caprichoso del mundo. He regalado mi equipo de esquiar a Rafa, y la otra mitad de mi ropa la he arrojado al contenedor sin que mi madre me viera (ya está demasiado preocupada). También he sacado las estanterías del dormitorio. El centenar de libros con el que me quedé reposan en el suelo. Pipe me ha llamado para comer y creo que por la insistencia con que lo ha hecho ha sido cosa de mi madre. Le he aceptado la invitación y he fingido que no pasaba nada, que solo era un proceso de cambio.
Viernes 8- he comprado un baúl y un perchero porque voy a sacar la cómoda de mi dormitorio. La vieja ahora sí que se ha preocupado. Como sabía que tendría esta reacción reservé mesa en el restaurante vegetariano que una vez le gustó tanto. Se ha venido con nosotros el cabrón de Rafa y no he podido hablar sinceramente con mi madre porque Rafa se descojonaba, pero he intentado estar lo más, como diría, “convencional” para tranquilizarla de mis cambios.
Sábado 9- También me he desecho de mi mesilla. Todas mis cosas las estoy metiendo en el baúl. He tomado la decisión de que lo que no quepa en él me desharé de ello. Me ha llamado Aurora para salir a cenar. Le he dicho que sí pero que yo elegía al restaurante. Nos hemos ido a Chueca, aposta, a un local lleno de maricones que se cogían de la mano y se besaban. Lo he hecho a mala leche, sabía que Aurora se pondría como se puso. No quiso tomar una copa y se fue a casa. No creo que me llame más.
Domingo 10- En mi habitación solo queda la cama, el baúl, el perchero, el montón de libros y la mesa y la silla del ordenador. Las paredes están desnudas y mi ropa es tan poca que entre el perchero y el baúl me apaño. Me siento como un fraile informatizado. Pipe me ha llamado preocupado, dice que Luisa ha vuelto a no hacerle mucho caso. Le he mentido para no salir con él para que me cuente sus cuitas, le he dicho que la vieja estaba mala y que iba a cuidarla.

Lunes 11- he pasado toda la mañana dormitando al sol en un banco de la plaza de la Cebada. Me fui con Guanai. Cada vez quiero más a esta rata. Creo que veo en ella un reflejo de mi vida. Ella también me aprecia bastante, correteaba por el asiento hasta que oía un ruido o veía a alguien, y entonces regresaba corriendo al interior de mi cazadora. Creo que ahora cojea algo menos. Los dos hemos compartido una bolsa de pipas. Por la tarde me metí en una librería y compré un libro al azar, La novia del titiritero, de un tal Armando Moros. Leí treinta páginas y me pareció patético. Lo arrojé al desván.
Martes 12- Guanai y yo nos hemos puesto un pendiente cada uno. A Guanaí no se lo querían hacer y he tenido que pagar casi 30 euros por un puto pendiente para la rata. No le ha dolido mucho. Mi madre se ha puesto como una fiera, creo que he hecho muchas cosas bastante peores en mi vida sin aquel resultado tan escandaloso. Me fui de casa no sin antes robarle una piedra de chocolate a Rafa. Me he ido al parque del Oeste a tumbarme el en césped. He pasado unas horas maravillosas mientras estaba fumado. Por la noche a la vieja se le ha pasado el mal rollo y me ha soltado un sermón sobre la familia y en encauce de mi vida. La atendí y le di un fuerte abrazo. Creo que así está contenta.
Miércoles 13- Algo me temía yo. La vieja nos ha dicho a Rafa y a mí que el sábado íbamos a comer todos juntos y que nos iba a presentar a alguien muy importante para ella. Supongo que el vividor que la pretende quiere pegar pronto el braguetazo.
Jueves 14- Hoy la policía me ha identificado por la calle. Ha sido una experiencia curiosa. Nunca había levantado sospechas. ¡Yo, un Valle nacido en el barrio de Salamanca siendo tratado como un paria! Al llegar a casa tenía un mensaje de Pipe diciendo que quería verme de inmediato. que me había estado llamando al móvil dos días seguidos y no quería cogérselo (El móvil lo arroje antes de ayer a lo que queda del río Manzanares). Cené con él en una restaurante de Concha Espina. Era lo que me imaginaba, Luisa le ha dejado, seguro que ha encontrado otro pipiolo que le comiera el coño. Pipe está hecho una pena. No le he dado muchos ánimos, Pipe es inteligente y sabrá salir del hoyo.
Por cierto hoy me he dado cuenta que llevo casi una semana sin cascármela.
Viernes 15- Me he propuesto escribir una novela. No tengo el tema, ni el argumento, pero creo que sería una experiencia curiosa. Se lo he comentado a Guanai y no me ha dicho nada; creo que le ha gustado la idea: quien calla otorga. He pasado la tarde paseando por el parque del Oeste ideando algo que escribir, pero no se me ocurre nada, lo único aceptable es el llevar a la literatura aquellos crímenes perfectos que Pipe y yo solemos idear cuando estamos pedos.
Sábado 16- Si le hubiera retratado antes no lo hubiera hecho mejor. José Ramón, el amiguito de mamá es el típico vividor, incluso con bigotito. No hace falta ser muy listo para saber qué es lo que quiere el hijo de puta ese. Ha intentado parecer hasta simpático con Rafa y conmigo. Rafa se ha levantado dos veces de la mesa para meterse sendos tiritos. Creo que empieza a tener problemas con la coca. Me da pena la vieja, tiene que estar muy sola y desesperada para agarrarse a un braguetacero como José Ramón. Cuando le han traído la cuenta al Vividor ha puesto una cara de pobre que no podía con ella. Espero que la relación no llegue a nada.
Domigo 17- He dormido como nunca. Me siento bien. Me ha llamado Alberto para ir a ver a Estu. Me apetecía mucho ver de nuevo a los chicos de la Demencia. Ha sido un mal partido. Nacho ha sido el mejor con 12 puntos, eso lo dice todo. Sergio se tiene que dejar de tantas tonterías si quiere llegar a la NBA. Estuvimos en la cervecería del Gordo. Todo me trajo buenos recuerdos.

El Chavo del ocho, uno de mis héroes ***




MADRID (P.G) Cuando me propusieron este artículo y me puse ante el ordenador me sentí como un corresponsal de guerra. Escribir sobre el Chavo del 8 es, inevitablemente, dar un homenaje a un héroe anónimo.
La estética del escenario de la vida y obra del huérfano, pobre y gafe, que por no tener no poseía ni nombre (creo que de tantas interrupciones cuando el Chavo intentaba identificarse hasta sus propios creadores se olvidaron de su nombre de pila) fue para mí un respiro matinal entre los programas repulidos para niños. Era como descubrir la lectura de un libro gastado y lleno de polvo titulado “Cien años de soledad” entre otras ediciones limpias y de pastas brillantes con nombres de personajes en inglés en las solapas.
“El número uno de la televisión humorística”, así calificaba su producción al Chavo del Ocho. Un programa hecho con la base de la sencillez y el talento de unos guiones que hicieron de la reiteración un arte. Era, y aún me es, tan sorprendente que las mismas frases y gestos repetidos en cada episodio sonaran y se vieran más originales que la propia innovación. Probablemente existan dos capítulos suyos con exactamente las mismas palabras colocadas de distinta manera que formen una historia distinta. Una delicia.
Desde Diálogos 4 doy un voto para que, por mucho tiempo, el Chavo siga explotando los globos a Quico.



Toda la información sobre el Chavo del Ocho aquí

Andy Warhol, el artista **



A.D.F. Querido y odiado como tantos artistas. Fraude o genio como tantos aristas. La misma controversia lo hace famoso, lo expone en los mejores museos y se convierte en el inmortal del siglo XX. “Lo que hace ese tío no es arte, es una mierda” eso dijo Sir Charles Northon (quizá movido por la puta envidia). Pero lo cierto es que la influencia de Warhol en la historia del arte es enorme y con mayúsculas.
Integró en lo que ya era rancia Pintura las técnicas del Diseño Gráfico (él era ilustrador comercial), removió el temario de lo que se pintaba entonces y, como dijo un amigo mío refiriéndose a Linchestein (otro raro que pintaba cómic en lienzos), Warhol atinó, eligió lo que tenía que elegir en el momento justo. Como buen creador supo crearse su mundo sin mirar a los lados y puso los pelos tiesos de su peluca a los puristas de las vanguardias.
Lo he dicho más arriba, la puta envidia mueve las críticas. Un mal crítico es envidioso, retorcido y de nuevo envidioso por segunda vez. Un mal crítico es una portera de finca de ricos.
Ha sido tan criticado como plagiado, tan plagiado como disparado (recibió tres tiros), tan disparado como envidiado y hoy el tiempo le ha dado la razón, el artista de Pittsburg, el Papá del Pop-Art está triunfando como lo hacen los buenos, en vida y en muerte. También los Beatles eran pop (que se joda Mahler)



Más y, por supuesto, mejor información de Warhol aquí.

Groucho Marx, el hombre ***


(P.G) Cuando yo tenía veinte años solo quería ser una persona en el mundo: Indiana Jones. Guapo, culto, aventurero... No se podía aspirar a más. Luego tuve treinta tacos y aquello de llenarse de sudor y polvo la camisa no me pareció tan atractivo. James Bond era mi parangón. Él lo sabía todo, lo había vivido todo, pasaba más peligros incluso que el propio Indi y sin llegar a despeinarse; recorría los lugares más elegantes del planeta en lo coches más caros, ganaba en los casinos, le respetaban sus enemigos y… bueno, en lo ÚNICO, que os voy a contar, era el number güan.
Hoy, que ya no cumplo los cuarenta, solo hay un hombre por el que me cambiaría, alguien que supera con creces a estos dos superhéroes de malos tebeos. Y ese es Groucho Marx. Si hay alguien que está de vuelta, que realmente se ha dado cuenta para qué venimos a este mundo, ese es cualquier personaje de los que ha interpretado el maestro del bigote pintado. Rufus T. Firef, Hugo Z. Hackenbush, Otis B. Driftwood u otra docena de estos selectos nombres sí que saben cual es el verdadero secreto de la vida. Cualquiera de ellos sí que sabe de mujeres, sí que sabe el valor del dinero, del poder, del arte, de la sapiencia (creo que a Groucho se le han atribuido todas las frases célebres capaces de hacer sonreír). No tuvo enemigos en sus papeles porque ninguno era digno de su ingenio. Pasaba por encima de cualquier malvado, con el mero razonamiento dialéctico y nunca se llevó un golpe. No le hizo falta el cinemascope, ni el color de luxe para sus aventuras todavía vigentes.
Groucho para lo único que no tuvo talento en la vida fue para morirse, lo hizo el 19 de agosto 1977, tres días después de Elvis Presley. Y el Rey del Rock le robó el protagonismo de una despedida como debió merecerse.


Sus frases más célebres aquí


Todo sobre los Hermanos Marx aquí.

La Vespa, una forma de vida ****


(P.G.) Yo quería una Vespa. No me gustan las motos, pero desde que visioné Quadrophenia yo quería una Vespa. Había muchos inconvenientes, entre otros que nunca me saqué el carné de motocicleta o no tenía dónde guardarla; pero había llegado a una edad en la que si no podía tener el capricho de una Vespa ¿para qué trabajábamos?¿para qué vivimos? ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? Entonces me lo propuse: yo sería el propietario y conductor de una Vespa, costara lo que costara, que fueron varias conexiones a Internet y 50.000 pesetas (300 de los modernos euros).
Por los motivos expuestos opté por una de segunda mano, pero estaba en muy buenas condiciones. Era una Iris 200 de color negro, guapísima. El primer día la estacioné sobre la acera, entre dos árboles de la calle Argumosa , desde donde podía verla desde mi casa, y tal fue el flechazo que sufrí, que ese mismo día, incluso lloviendo, acoplé un asiento en el balconcito, junto a la bombona de butano y me dediqué a espiarla durante horas. Luego hice lo que jamás pensé que haría con ningún objeto inanimado: le puse nombre. Mi vespa se llama Araceli, como la primera novia que tuve.
Me saqué el carné de conducir y a ella le contraté un seguro de los mejores, con asistencia en carretera, responsabilidad civil y reclamación de daños.
Ahora ella y yo tenemos todos los papeles, señor Zapatero. Y ya hace ya seis años que estamos juntos. Lo que empezó por un capricho desembocó en el amor. Porque nos amamos. En noviembre va a hacer tres años que me declaré, y ella, en cada curva, en cada acelerón, en cada frenazo, también me dice que me ama. Nos amamos, señor Zapatero. ¿Y los hombres y las Vespas? ¿para cuando?


Mire qué poesía le hice a mi Vespa, señor Zapatero:


Con indiferencia miro otros traseros /de orgasmos rápidos de falsas prostitutas./Culos escuálidos, lúgubres, afligidos./Apenas culos.
Y vuelvo a ti, Venus arcaica /a tu justo caminar, a tus fértiles caderas, /a encamarme a tu perfume de octanos / y a que me vibres (cabrona) como sólo tú sabes.
Bendigo desde aquí las secundarias carreteras donde ocultos de Dios, entre tractores, /ciclistas y meloneros gitanos; /ocultos nos amamos.
Y abrazando tus cófanos lloro... te amo.
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Pornografía de Vespas aquí

Vespa.org aquí

Siete de Nueve, la Borg **






Entró en la cuarta temporada de la serie para sustituir a Kes, otra de las protagonistas femeninas. Pero al contrario que la blandita de la cardasiana, el carácter de la Borg no dejó indiferente a los espectadores. Siete de Nueve se introdujo por la puerta grande, pasando, desde su primera aparición, por encima de muchos de los otros principales de Voyager. Incluso el mejor y más mimado de los papeles, el de la capitana Janeway , tembló. La tuvieron que acercar a la jefa por aquella certeza de “ten cerca de tus amigos, pero más a tus enemigos”.
Parecía que el espectacular físico de la actriz Jerry Ryan le bastaría para ganarse unos cuantos planos y la limitaría a mostrar sus curvas (era demasiado llamativa para otra cosa). Pero la alemana no se conformó, no solo le dio un par de buenas tetas y una cintura ajustada. Sus semblantes de borg la convirtieron en la persona más interesante de la serie. Lo de meter una rubia autómata no pareció funcionar como se creía: su ignorancia casi cómica al salir del Colectivo se fue transformando en respeto y poco más tarde en admiración. Aquel odio mezclado con celos que en cada capítulo Belanna Torres, la medio klingon, le arrojaba en cada aparición conjunta era uno de los sentimientos más ciertos que recogía la cámara. Siete de Nueve era imparable. Insubordinada por carácter, maravillosa con su uniforme y por ello los guionistas le dieron hasta su propia sala en la nave, la que más tecnología derrochaba..
La rubia no era tonta, sino uno de los entes con más conocimientos de la galaxia y por suerte para nosotros se encontraba a bordo de la Voyager… Y no era irrelevante.






Información de ella aquí

Velázquez, el crack **



Seguro que os habréis imaginado muchas veces cómo es la vida de un gran jugador de fútbol. El señor Ronaldiño, por ejemplo. Trabaja en lo que le gusta, gana el dinero que quiere…, bueno, en definitiva, que es una estrella. Ahora vamos a trasladarlo al siglo XVII, y en vez de un club como el Barcelona FC., a la corte de Felipe IV. Si el brasileño era una estrella, el señor Don Diego de Silva y Velázquez era un dios. España era todavía centro del mundo (hasta los franceses aprendían el castellano -¡joder!-) y el pintor vivía en su corte. Era adorado por uno de los amos del universo, trabajaba en lo que quería y fue el mejor en lo que hacía sin discusión alguna. Estoy seguro que ni siquiera le hacía falta el dinero (esto sí que es ser rico). Fue una de las personas más influyentes y apreciadas de la corte y a él se le debe la construcción de una parte de España. No solo la que él pintó (que ya es uno de los legados más grandes que tenemos) también la que ornamentó: porque con su cultura y exquisito gusto influyó en cada decoración de edificio, mobiliario, jardín, y supongo que hasta en la ropa interior del Conde Duque de Olivares.
En sus únicos pinceles estaba la gran responsabilidad de que la Historia conociera la presencia física y la grandeza de sus mecenas, y podemos asegurar que todas sus rentas, cada una de las finezas que recibía estaban bien merecidas. Ningún profesional hizo mejor un trabajo: porque Felipe IV debía tener un trago.

Su biografía y sus obras en imageandart.com aquí


O también aquí

Estambul, la ciudad fundada frente a los ciegos ***




El 20 de agosto hizo dos años que vine por primera vez a Estambul. De algún modo celebraba mi segunda luna de miel. Alicia y yo, hicimos el proyecto de que antes de tener nuestro primer hijo debíamos conocer las 10 ciudades que más nos atraían. Nueva York, Sangai, Nueva Dehi, Londres, París, Sydney… Así hasta cumplir un proyecto común que habíamos calculado que duraría aproximadamente 5 años (dependía mucho de las vacaciones en nuestros respectivos trabajos). La ciudad del Bósforo iba a ser la segunda, pues ya conocíamos Londres.
La mitología habla de que la ciudad de Estambul fue fundada por una revelación del Oráculo de Delfos, la cual ordenaba al jefe Byzas establecer a los suyos frente al país de los ciegos. Byzas y su tropa yendo hacia el Este alcanzaron el Bósforo y se maravillaron de su ubicación estratégica. Conocieron que en la otra orilla existía una ciudad. Entonces el jefe, dándose cuenta las posibilidades de riquezas que ofrecía la orilla donde él se encontraba, y que al parecer sus vecinos no habían valorado, dijo a los suyos. “Hermanos, aquellos deben ser los ciegos, por lo que nosotros debemos estar enfrente”.
Tras aquellas vacaciones hace 18 meses que me vine a vivir al país de los ciegos, que es el lado asiático de Istambul, en la calle Dr. Usthma Shala, en Camlica. Trabajo en una empresa de informática en el centro, en Taksim (en la orilla de Byzas). Mi progreso con el idioma es bastante bueno.
Me vine aquí a vivir yo solo, porque supe, desde entonces, que este era el lugar para un cegato como yo. Tenía que estar, además de ciego, gilipollas para no saber que la hija de puta de mi entonces mujer era una arpía de tres pares de cojones.
Espero que Rustu, mi casero no me cobre mucho por los arañazos que hago en el techo del apartamento.



El Club de los Cornudos aquí.



Información enciclopédica de Estambul aquí.

El Corto Maltés, el sueño del adolescente **


V.P.)Nunca fue tan importante para un niño decir lo que había descubierto. Fue el último icono de historias, el más allá de antifaces o capas de colores: un héroe mezcla de sueños adultos con lecturas de infancias. Fue comic. Se hace fácil describir a Corto Maltese (Corto Maltes, en las publicaciones castellanas), el marino anarquista que tuvo, y tiene, la suerte de estar en el lugar inoportuno en el momento inadecuado. Que fue testigo de la Historia y sus miserias, que pisó los pies de barro de los hombres que la han configurado. El héroe real, la vuelta de tuerca de lo vivido y lo deseado. El libro que nos demuestra que fue tan imposible que el personaje estuviera allí, que no nos queda ninguna duda de su presencia. Alma de poeta revolucionario, perdedor, pirata con principios, superviviente y fardo apartado en el camino de la búsqueda de tesoros. El sálvese quien pueda de sí mismo, enamoradizo de adolescentes en flor, y el supremo responsable de llevar a buen puerto las utopías ajenas para quedarse siempre en las manos con un nuevo sueño roto, que es la mejor situación por donde empezar una nueva aventura.
El mejor Corto Maltés es ese marino sin barco apegado a la realidad, el Corto que busca tesoros y pelea con su eterno compañero Rasputín, conversa con Aristóteles Onassis o comparte una botella con Ernest Hemingway: el Corto Maltés que era un aventurero descargado de ideales.
En los Mares del Sur, deambulando por la jungla amazónica, Inglaterra, y en los desiertos de África, y las nieves de Liberia, y los fumaderos de China, y los patios de Venecia, y aquí en Internet: aquí o aquí

Edit Piaf, el pequeño gorrión **



Avec mes souvenirs J'ai allumé le feu Mes chagrins, mes plaisirs Je n'ai plus besoin d'eux !

(P.G.)Yo no sabía lo que significaban estas palabras, pero cada vez que Edit…, perdón, La señora Piaf las cantaba yo temblaba y me arrepentía de no ser parisién. Siempre he lamentado no haber sido habitante de otras ciudades, de no hablar otros idiomas y no beber otros alcoholes. Cuando la señora Piaf cantaba yo quería ser parisién, vivir en una bohardilla de la colina de Butte y salir de ella todas las tardes, a escondidas de mi casero, para trasnochar en las tertulias de las cafeterías de Montmarte armado con mis carboncillos y mi francés con acento andaluz. Seguramente la oiría cantar en alguna opereta mientras me hartaba de beber calvados con mil amigos hasta terminar tambaleándome por las madrugonas calles mojadas, tocado con un sombrero de copa que había cambiado a un monsieur calavera por una de mis caricaturas a carboncillo.
Aquella hija de acróbata llamada Edith Giovanna Gassion, Môme Piaf (el pequeño gorrión), como la bautizó el dueño de aquel cabaret, llevó su París a la tumba en 1963, y desde entonces ya no hubo París, ni siquiera en mayo del 68, por mucho que dijeran. Ya cantaban los Beatles, el Vietnam era un tema que desarrollar y dicen que Armstrong pisó la luna: ya éramos sajones.
Cuando la señora Piaf canta yo tiemblo y me lamento porque sé que la he fallado.

Información sobre ella (y en francés, que en este caso, mola más) aquí

Edward Hooper, uno de pocos ***





La soledad de América. En el campo, en la ciudad, en sus casas, en sus barcos, en sus gentes al sol o a la luz de una bombilla. Modela con barro de colores y luz fría: mujeres y hombres, habitaciones, puentes, acantilados, calles de Manhattan. Compone ordenadamente, con acuarelas al óleo, el silencio en cada cuadro. Ellos miran a la nada y al todo, pero tranquilos porque ninguno se moverá durante horas, quizá lustros o quizá nunca porque son los símbolos de cera de la modernidad, los solitarios del siglo XX. Desliza sus naves como casas, en sus duros mares de arena azul, demasiado opaco para que haya vida, ni vida ni nada bajo de la quilla. Limpia sus obras de polvo y paja para dejar la luz más artificial que se pintó en los Estados Unidos. Deudas con los impresionistas, dos monedas a Degás, otras dos a Manet y diez o doce a Pissarro y tal vez un par de cañas a De Chirico. Lidera el realismo del que se habían olvidado los artistas americanos que huyeron de los males tristes que tanto conoció Jo . Casas de madera blanca sin edificios vecinos, solitarias de dueños, interiores de color de piedra con las ventanas abiertas. Ventanas para mirar a los que miran por ella (o a las que miran por ella). Personajes para ser espiados, cafeterías que sirven la iluminación en bandeja. Rayos de sol (quizá de Dios) y pieles de enero que se buscan como la única opción. Nadie habla porque no saben de qué ni con quién dentro de esos lienzos sordos.
Uno de los grandes del siglo XX. Yo le adoro.






La selección de sus obras de Diálogos 4 aquí


Su biografía en la wikipedia aquí


Una página muy entrañable aquí


Emilio Olmos