martes, 19 de diciembre de 2006

Blues ****

El viajero llegó a San Luis aquella tarde de calor. Sacudió su traje, no tan blanco tras las mil millas recorridas, y, solo entonces, cuando se lo pensó tres veces, entro al local. Alguien me juró que estuvo sin respirar los cinco minutos que se mantuvo quieto en el centro de la habitación.
Fue Bessie la Criolla, demasiado joven para conocerlo, la que le atendió y le ofreció algo de beber.
Incluso con aquella tormenta de recuerdos la cerveza estaba demasiado caliente. Se levantó y se dirigió hasta el piano, que apenas acarició sin desnudar su teclado. Revivió las historias de dos arañazos, una muesca y la quemadura del borde superior. Al contrario que él se esperaba alguien se encargaba de mantenerlo limpio, y seguramente afinado. Una aguja de celos soportó su estómago. Volvió a su mesa y retomó la cerveza. No llegó a apurar su vaso cuando dio por terminada su visita. Soltó sobre la mesa un dólar, agarró su bastón y en menos de una hora se encontraba subido en otro autobús. Ese fue el tiempo que concedió a los buenos tiempos.
Pero sobre su asiento, mirando por la ventanilla, su dedo índice no dejó de marcar el ritmo hasta que las ruedas traseras del automóvil abandonaron Luisiana.
Julio Alvarado (París, Francia)
Julio Alvarado es cojo y tiene un perro.

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