martes, 19 de diciembre de 2006

Edit Piaf, el pequeño gorrión **



Avec mes souvenirs J'ai allumé le feu Mes chagrins, mes plaisirs Je n'ai plus besoin d'eux !

(P.G.)Yo no sabía lo que significaban estas palabras, pero cada vez que Edit…, perdón, La señora Piaf las cantaba yo temblaba y me arrepentía de no ser parisién. Siempre he lamentado no haber sido habitante de otras ciudades, de no hablar otros idiomas y no beber otros alcoholes. Cuando la señora Piaf cantaba yo quería ser parisién, vivir en una bohardilla de la colina de Butte y salir de ella todas las tardes, a escondidas de mi casero, para trasnochar en las tertulias de las cafeterías de Montmarte armado con mis carboncillos y mi francés con acento andaluz. Seguramente la oiría cantar en alguna opereta mientras me hartaba de beber calvados con mil amigos hasta terminar tambaleándome por las madrugonas calles mojadas, tocado con un sombrero de copa que había cambiado a un monsieur calavera por una de mis caricaturas a carboncillo.
Aquella hija de acróbata llamada Edith Giovanna Gassion, Môme Piaf (el pequeño gorrión), como la bautizó el dueño de aquel cabaret, llevó su París a la tumba en 1963, y desde entonces ya no hubo París, ni siquiera en mayo del 68, por mucho que dijeran. Ya cantaban los Beatles, el Vietnam era un tema que desarrollar y dicen que Armstrong pisó la luna: ya éramos sajones.
Cuando la señora Piaf canta yo tiemblo y me lamento porque sé que la he fallado.

Información sobre ella (y en francés, que en este caso, mola más) aquí

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