martes, 19 de diciembre de 2006

Groucho Marx, el hombre ***


(P.G) Cuando yo tenía veinte años solo quería ser una persona en el mundo: Indiana Jones. Guapo, culto, aventurero... No se podía aspirar a más. Luego tuve treinta tacos y aquello de llenarse de sudor y polvo la camisa no me pareció tan atractivo. James Bond era mi parangón. Él lo sabía todo, lo había vivido todo, pasaba más peligros incluso que el propio Indi y sin llegar a despeinarse; recorría los lugares más elegantes del planeta en lo coches más caros, ganaba en los casinos, le respetaban sus enemigos y… bueno, en lo ÚNICO, que os voy a contar, era el number güan.
Hoy, que ya no cumplo los cuarenta, solo hay un hombre por el que me cambiaría, alguien que supera con creces a estos dos superhéroes de malos tebeos. Y ese es Groucho Marx. Si hay alguien que está de vuelta, que realmente se ha dado cuenta para qué venimos a este mundo, ese es cualquier personaje de los que ha interpretado el maestro del bigote pintado. Rufus T. Firef, Hugo Z. Hackenbush, Otis B. Driftwood u otra docena de estos selectos nombres sí que saben cual es el verdadero secreto de la vida. Cualquiera de ellos sí que sabe de mujeres, sí que sabe el valor del dinero, del poder, del arte, de la sapiencia (creo que a Groucho se le han atribuido todas las frases célebres capaces de hacer sonreír). No tuvo enemigos en sus papeles porque ninguno era digno de su ingenio. Pasaba por encima de cualquier malvado, con el mero razonamiento dialéctico y nunca se llevó un golpe. No le hizo falta el cinemascope, ni el color de luxe para sus aventuras todavía vigentes.
Groucho para lo único que no tuvo talento en la vida fue para morirse, lo hizo el 19 de agosto 1977, tres días después de Elvis Presley. Y el Rey del Rock le robó el protagonismo de una despedida como debió merecerse.


Sus frases más célebres aquí


Todo sobre los Hermanos Marx aquí.

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