martes, 19 de diciembre de 2006

Velázquez, el crack **



Seguro que os habréis imaginado muchas veces cómo es la vida de un gran jugador de fútbol. El señor Ronaldiño, por ejemplo. Trabaja en lo que le gusta, gana el dinero que quiere…, bueno, en definitiva, que es una estrella. Ahora vamos a trasladarlo al siglo XVII, y en vez de un club como el Barcelona FC., a la corte de Felipe IV. Si el brasileño era una estrella, el señor Don Diego de Silva y Velázquez era un dios. España era todavía centro del mundo (hasta los franceses aprendían el castellano -¡joder!-) y el pintor vivía en su corte. Era adorado por uno de los amos del universo, trabajaba en lo que quería y fue el mejor en lo que hacía sin discusión alguna. Estoy seguro que ni siquiera le hacía falta el dinero (esto sí que es ser rico). Fue una de las personas más influyentes y apreciadas de la corte y a él se le debe la construcción de una parte de España. No solo la que él pintó (que ya es uno de los legados más grandes que tenemos) también la que ornamentó: porque con su cultura y exquisito gusto influyó en cada decoración de edificio, mobiliario, jardín, y supongo que hasta en la ropa interior del Conde Duque de Olivares.
En sus únicos pinceles estaba la gran responsabilidad de que la Historia conociera la presencia física y la grandeza de sus mecenas, y podemos asegurar que todas sus rentas, cada una de las finezas que recibía estaban bien merecidas. Ningún profesional hizo mejor un trabajo: porque Felipe IV debía tener un trago.

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